No va, No va más, mejor Chevy

Ciertas profesiones tienen un sentido muy claro y marcado sobre el significado de las jerarquías y las órdenes recibidas, haciendo de ellas una tarea de la cual no se puede cesar hasta no lograr los objetivos propuestos.
hace 3 años
No va, No va más, mejor Chevy

Algo de esto sucede en el mundo de los automóviles a nivel mundial donde la competencia puede llegar a ser tan feroz que resulta indispensable tener claro cuál es el norte y qué obstáculos hay que enfrentar en cada momento para hacer posible cada encargo.

Similar a lo que sucede en las películas bélicas o de acción, cada escenario es diferente a los demás, de igual modo que los contextos van variando para la alegría (o no) de cada miembro al que le toca formar parte.

En la década de 1960, en Argentina, General Motors tenía un objetivo inequívoco: robarle cuanto fuese posible la porción de mercado que se habían granjeado los reputados Ford Falcon e IKA Torino.

La orden ya estaba dada y comenzaba la tarea de hacer esto posible, pero lo que nunca se midió fue el fanatismo que despertaría el vehículo en esa enorme porción de admiradores del chivo que bancan la marca en las carreras, pero también en la cotidianeidad de todos los días.

Para ganarle al Falcon y al Torino

En el año 1969, con la clara consigna de competir con el Ford Falcon al que se percibía como un diseño soso pero funcional, ofreciendo una versión más “novedosa” y atractiva que el Chevrolet 400, General Motors comienza a desandar una versión del norteamericano Chevrolet Nova.

El Chevy ll en Estados Unidos dio paso al Chevrolet Nova, es decir se presenta la tercera generación de este vehículo que se fue caracterizando siempre por cambios sutiles, y no tanto, para que el público pudiera tener variedad a la hora de elegir. Este es uno de los grandes errores de GM, según la prensa e historiadores, el hecho de haber producido vehículos propios que se competían entre sí.

Con la premisa de hacer a los autos americanos pasables para el gusto de los diferentes mercados, en Argentina se trabajó sobre cinco modelos de Nova para realizar todo tipo de evaluaciones y así poder determinar su adaptabilidad a los potenciales clientes del país. Las pruebas mantenidas en el más riguroso hermetismo por un equipo de profesionales de la firma en diferentes escenarios locales dieron como veredicto que se estaba frente a un serio competidor para el Falcon.

El público argentino quedaba a las puertas de lo que sería uno de los vehículos más celebrados por los usuarios y ni qué decir por los hinchas de la marca nacida en el 1908 y presente en el país desde 1925.

Chevy: una pasión que divide todo lo que se le cruza

Siempre que se habla de comenzar un negocio, por más rentable que este parezca ser o el éxito que haya tenido en otros tiempos y/o lugares, es fundamental conocer el mercado en el que se quiere penetrar. Lo antes dicho es una de las piedras angulares del marketing para no morir en el intento, que en otras palabras significa dilapidar su capital o incluso conservar su puesto de trabajo.

Ahora bien, conocer el mercado es mucho más que solo hacer un informe detallado respecto al público objetivo para un determinado producto o servicio con el infaltable FODA de rigor. Existen detalles muy pequeños que pueden allanar o no el éxito comercial y a veces depende solamente de la calle y sagacidad que permite anticiparse a los ataques de los críticos y la competencia que siempre están a la orden del día, incluso cuando el mercado es virgen de aquello que se está ofreciendo.

Esa es la sagacidad que llevó al ingeniero Baamonde, encargado de mercado de General Motors, luego de casi dos mil kilómetros de riguroso examen y pruebas, aprobar al Chevrolet Nova en la República Argentina, pero no con la misma denominación de origen.

Baamonde entendía que Nova podía crear en la opinión pública una imagen negativa y prejuiciosa asociada a conceptos tales como “No va” o “No va a andar”, por lo que en el país se lo conoció como Chevrolet Chevy o sencillamente Chevy, siguiendo el apodo recibido en su tierra natal.

Sin lugar a dudas el trabajo de conocer el mercado es fundamental a la hora de encarar cualquier proyecto, pero tener la capacidad de ver los mínimos detalles no es para todos, y esto de la idiosincrasia rara vez se puede ver en un estudio de mercado.

Chevy en Argentina es mucho más que la visión de Baamonde, es ya una pasión que divide la tribuna, las redes y cuanto espacio se permita expresar esta relación de amor odio tan propia de nuestro país.

Los hinchas de Ford, entre otras cosas, inundan los posteos diciendo que solo le falta una vela de cumpleaños, la respuesta de los hinchas del chivo es demostrar admiración, sorpresa, encantamiento y, por qué no, tener en su horizonte poder comprar alguna vez una de esas joyas que ven incrementar su valor conforme pasa el tiempo.

Dejarse tentar: una idea brillante

El 16 de agosto de 1969 comenzó la producción del Chevy en Argentina y hacia finales del mismo año se hacía la presentación a la prensa de 5 unidades STD en el hostal del Lago en Palermo bajo la consigna publicitaria, fuerte e intensa, “Chevy, la gran tentación” la cual iba acompañada de la imagen de una manzana mordida jugando con la más que conocida historia católica de Adán y Eva, tentando al público a caer en el pecado.

Cabe destacar que el lanzamiento del Chevy no significó de ninguna manera que se discontinuara al Chevrolet 400, ya que se siguió produciendo, la historia tan criticada parece no haberse aprendido.

En el año 1970 ya se encontraban disponibles para su comercialización el Chevy Super Sport, volviéndose un vehículo codiciado por hombres y mujeres que encontraban en este un automóvil bello, confortable y seguro para una década que estaba en sus albores.

Durante casi diez años se fabricaron Chevys en Argentina que han quedado para la historia, entre los más entrañables se encuentran: el Super Sport, Coupé Chevromatic, Malibú y la recordada Serie 2. Un total de 65.970 unidades de Chevys se produjeron al amparo del cartel que rezaba en la fábrica: “Silencio, Chevrolet está creando para usted”.

Un dato de color sobre la Serie 2, que únicamente existió en el país, la cuenta su diseñador Jorge Ferreyra Basso quien explica que en General Motors se preguntaban cómo incrementar las ventas del Chevy. La idea de Ferreyra, para él muy sencilla, se basaba en hacer más deportivo al auto dando como respuesta un marcado entusiasmo del público. Para hacerlo más deportivo al diseñador se le ocurrió “sacarle el techo vinílico, ponerle llantas deportivas, una franja lateral y pintarla con colores llamativos que se vean de lejos”.

El mercado no tardó en responder y la realidad, que siempre tiene la última palabra, arrojó que las ventas se triplicaron. La década presentó desafíos, nacionales e internacionales, que llevaron a la partida de General Motors del país, pero dejó esas joyas que aún hoy maravillan a propios y extraños cuando ven uno de estos muscle cars criollos.