La Misión Argentina y los Torino

El fervor de los fanáticos argentinos es una característica que se conoce en gran parte del mundo. Además de Maradona y el tango, lo pasional del aficionado argentino es algo que destaca de la media y también por ello muchas bandas de música deciden abrir sus giras latinoamericanas en Argentina.
hace 3 años
La Misión Argentina y los Torino

En el año 1969, los corazones apasionados de ese público se unieron tras el sueño de un tal Juan Manuel Fangio y Oreste Berta, destacados profesionales del automovilismo nacional, que deseaban seguir poniendo por lo alto el nombre de nuestro país.

Para ese momento Fangio ya había obtenido 5 títulos mundiales en la Fórmula 1, representando a cuatro de las más destacadas escuderías de la competencia. Oreste Berta el año anterior había fundado por fin su propia firma de gran proyección, en el ambiente se decía que si Berta no lo podía arreglar nadie más podía.

Desde hacía tiempo, el oriundo de Rafaela, Santa Fe, era reconocido por su trabajo, pero no lograba tentar a las grandes automotrices a patrocinar un equipo de competición nacional para que buscara su lugar en los premios internacionales. Cuando le planteó la idea a Carlos Lobbosco y al Chueco Fangio, las puertas comenzaron a abrirse como por arte de magia.

Del Turismo Carretera nacional al mundo

Oreste Berta desarrolló sus estudios como autodidacta porque entendía que aprendía mejor de esa manera que siguiendo las currículas de los profesores. Con el paso del tiempo y tres Honoris Causa de universidades de nuestro país, debemos reconocer su acierto. Así fue como mejoró su técnica, la perfeccionó con cursos de especialización y desarrolló un estilo único que pudo ser valorado por la gran Industrias Káiser Argentina (IKA) donde se desempeñó como director del equipo oficial de Turismo Carretera.

En este puesto Oreste Berta pudo proyectar y construir los motores más impresionantes de la época para las competencias nacionales, mejorando el rendimiento de los autos y haciéndolos más estables, no solo veloces. Así fue como pudo lograr para la IKA los campeonatos de TC en los años 1967, 1969, 1970 y 1971, además del subcampeonato de 1968.

Para la empresa era importante que el Torino se presentara en las competencias para darlo a conocer entre los simpatizantes de las carreras, al igual que todas sus posibilidades, pero todas las intenciones de llevar este modelo a competencias en el exterior hasta el momento habían sido resistidas.

Cuenta el propio Berta que en 1968 Juan Manuel Fangio lo invito a realizar una visita por diferentes fábricas de autos en Europa y también por algunos circuitos, “él quería que fuera piloto” pero a Oreste no le interesaba. Cuando entraron en la pista de Nürburgring recuerda que el Chueco le confesó que su sueño sería correr con un auto argentino las 84 horas de Alemania.

La idea de ser misioneros

Desde los inicios de esta gesta, la idea fue involucrar a la mayor cantidad de empresas colaboradoras para que se lograra mayor difusión y público que los apoyara. En su momento, el gobierno de Onganía propuso aporta la mayor parte del capital a lo que el equipo se negó para buscar esta multiplicidad de voluntades.

Lo cierto es que los trabajadores de IKA Renault en Córdoba que marcharon durante mayo del ’69 contra la dictadura de Onganía fueron los mismos que un mes más tarde trabajaban a destajo en la fábrica de Santa Isabel para terminar los Torino que viajaría a Nürburgring en agosto.

Esta visibilidad que buscaban en diferentes compañías que aportaron para la gran hazaña, se materializó además en el fanatismo de argentinos que vieron en esta Misión Argentina un lugar donde dejar andar su pasión por los motores y por la nación.

Berta era el encargado de la proyección y construcción de los autos, Fangio de la formación de los pilotos y todas las relaciones públicas que se precisaron para resolver cada inconveniente que surgía. Por supuesto el rol de organizador de Lobbosco fue esencial, pero el concepto de equipo es lo que todos los protagonistas destacan, ya que todos trabajaron por un único objetivo.

Y el hombre llegó a Nürburgring

Ese mismo año, la humanidad alzaba su vista al cielo acompañando la epopeya de la primera tripulación en llegar a la luna, pero 1969 sería un año cargado de hazañas. En agosto toda la nación, no solo los aficionados a los autos se prendieron a las trasmisiones para saber cómo le estaba yendo a la Misión Argentina en Alemania. El público lo vivió con rezos, discusiones y emoción, pero sobre todo, con ilusión única y profundo orgullo.

Fangio, como director técnico del equipo, transmitió a los pilotos todo lo que sabía sobre la pista, puliendo estilos y anticipándose a las dificultades que podía presentar un recorrido difícil e intenso. Pero la gran proeza fue el trabajo integral con el equipo de construcción del coche, ya que las dificultades de conducción debían pulirse con prestaciones del auto.

El equipo de pilotos estuvo compuesto por Carmelo Galbato, Luis Di Palma y “Cacho” Fangio para el auto número 1; Jorge Cupeiro, Eduardo Rodríguez Canedo y Gastón Perkins en el segundo auto; y Alberto “Larry” Rodríguez Larreta, Oscar “Cacho” Franco y Eduardo Copello en el auto número 3. El piloto que ofició como suplente fue: Néstor García Veiga.

Argentina en todos lados

El mayor orgullo del equipo era representar los colores de la patria en toda la misión, los pilotos, los mecánicos, preparadores y colaboradores eran argentinos, pero tener un auto realizado íntegramente en el país era una conquista esencial. Era un enorme orgullo llevar a las pistas europeas la industria nacional y todo lo que podía lograr.

La Misión Argentina en su primera experiencia en Nürburgring dejó muy bien parados a talento de los profesionales para manejar, así como la capacidad para diseñar y construir autos de competencia internacional.

Argentina logró el cuarto lugar en agosto de 1969, pero toda una nación los recibió como verdaderos campeones. Se valoró el esfuerzo de equipo, la posibilidad de reponerse a lo inesperado, adaptándose a la situación con entereza e ingenio.

En esta agotadora carrera el quipo sufrió algunas penalizaciones, por ejemplo, por el ruido que realizaba el caño de escape tras una avería y por ello no pudo quedar mejor posicionado. El Torino le sacó al resto de los competidores 2 vueltas y medias, pero como fue penalizado por 5 vueltas en lugar de acceder al primer lugar del podio debió conformarse con el cuarto lugar. Quizás esta situación fue la que más arraigó la idea de que la Misión Argentina triunfó en Alemania.

Más de 50 años de historia

Desde CompreSeguros.com buscamos rememorar una demostración de lo que el trabajo y empeño en equipo puede lograr y quisiéramos cerrar con las palabras de Oreste Berta sobre el evento: “Creo que el mejor recuerdo que me queda de esa carrera es la armonía que se logró en el equipo. Eran los mejores pilotos argentinos de la época. No todos eran muy amigos. Y no olvidemos que también llevamos a los mejores mecánicos del país. Eran todas primas donas, pero en los 30 días que estuvimos en Alemania no hubo una sola discusión. Y todos trabajaron para que el equipo llegara a la meta”.