La importancia de hablar para conducir más seguro

Cada vez que publicamos los artículos recibimos comentarios, opiniones y experiencias de parte de los lectores y clientes de CompreSeguros.com. Este ida y vuelta nos ayuda a establecer el camino de lo que, los conductores de todo el país, están atravesando.
hace 2 años, 1 mes
La importancia de hablar para conducir más seguro

Un ejemplo que sin dudas movilizó las opiniones fue 10 consejos para manejar en la ciudad en el que pudimos cerciorarnos de cuán estresante resulta la tarea, incluso mucho más de lo que habitualmente se reconoce.

“Nunca tuve un accidente, pero por más cauto que soy al volante, nadie me saca de la cabeza la idea de que puedo ser el próximo”; “Si tuviera la plata suficiente tendría un chofer, pero por ahora no me queda otra que manejar yo”; “Invierto en tener siempre el auto más caro, no por aparentar, sino para escoger el que más elementos de seguridad trae. Lo mismo hago con el seguro”; “Cuando sentí que al manejar perdía mi salud, dije basta”, estas son algunas de las frases que extrajimos de los mensajes recibidos y que pintan el panorama de lo que a diario sienten muchas personas al conducir sus vehículos.

Lejos de poder circunscribirse a una ciudad o entorno en particular, le brindamos algunos consejos para tener a raya los temores y no padecer amaxofobia.

¿Por qué no se reconoce el temor a conducir?

Esta fue la pregunta que nos hizo uno de los lectores y la verdad es que, como muchos otros aspectos “mal vistos en la sociedad”, este es uno de los que no parece conveniente hablarlo de forma abierta.

El hecho de no encontrar el espacio necesario para contar lo que pasa resulta contraproducente al temor que sienten hombres y mujeres a conducir, incluso cuando nunca han sufrido ningún tipo de percance o bien cuentan con años de experiencia al volante.

La mirada social tendiente a juzgar en vez de a permitir expresarse y buscar soluciones no hace más que agravar el problema del cual se podría graficar con la figura de un iceberg respecto a quienes lo tienen identificado, hablado y trabajado, de aquellos que no se atreven a abrir la boca. El gran problema no es el silencio, sino lo que esto trae aparejado.

Los expertos explican que, para superar el miedo a manejar o incluso la amaxofobia, es indispensable reconocer aquello que se siente y poder exteriorizarlo de forma positiva.

¿Qué es la amaxofobia?

Amaxofobia es un término de origen griego que une el concepto de amaxo que significa coche con fobia que representa temor, hace referencia al miedo irracional a conducir. Como siempre sucede con las fobias, no a todas las personas las afectan de la misma manera. Algunas no pueden ni siquiera pensar en la posibilidad de manejar, mientras que otras lo hacen con serias dificultades.

Los especialistas afirman que la causa más común de la Amaxofobia o temor a conducir viene a causa de un accidente en el que se han visto envueltos, ya sea como conductores o pasajeros. Un poco más atrás se sitúan los eventos negativos de los que han sido testigos e incluso todos aquellos que se transmiten de forma oral y que terminan calando muy profundo en quienes los tienen que escuchar.

Una causa cultural preocupante

Una causa importante del temor a conducir resulta aquella mala experiencia al aprender a manejar que “culturalmente” ha incluido insultos, gritos o, en algunos casos, golpes de aquellas personas que lo hacen con buenas intenciones como padres, hermanos o parejas. Saber manejar un automóvil no convierte a la persona en buen instructor, la repetición por generaciones de este error ha perpetuado la falta de confianza y rechazo hacia el acto de ponerse al volante.

Salvo honrosas excepciones, la experiencia demuestra que los mejores y más duraderos resultados al momento de aprender a conducir, lo han logrado aquellas personas que buscaron una escuela de manejo profesional, con docentes idóneos y debidamente calificados.

En definitiva, el miedo a conducir no impide a todas las personas que conduzcan, ni establece una única razón por la que se padece, pero lo concreto es que genera un gran número de peligrosos conductores.

"Todos mienten"

El hecho de no reconocer que se tiene miedo al manejar implica, como ya dijimos, que hombres y mujeres deban conducir pasándola mal. Así de simple y de peligroso al mismo tiempo.

El miedo, que es mucho más que solo una sensación, tiene manifestaciones físicas concretas. Entre ellas, las más habituales son dolor de cabeza, tensión muscular, transpiración excesiva, dolor estomacal, náuseas, aumento del ritmo cardíaco, cansancio, mal humor, irritabilidad, boca seca.

Cada una de estas manifestaciones físicas son solo un muestrario que, en ocasiones se presentan en solitario o como un equipo bien preparado, pero que a los conductores solo les va minando su salud.

Entre los remedios de venta libre y las visitas al médico en las que se le omite el verdadero origen de los dolores y malestares, el consumo de productos en vez de ayudar juega en contra. Si se entiende que hay personas que manejan de forma diaria, el problema resulta más que evidente y alarmante.

Es claro que todas estas manifestaciones juegan en contra de toda posibilidad de lograr una conducción eficiente si por ella entendemos que además de hacerlo bien implica disfrutar o, por lo menos, no padecer.

La amaxofobia de 0 a 100 en…

Entre los factores que los especialistas han relevado como proclives a desencadenar el temor a manejar se pueden mencionar:

Falta de práctica y conocimiento: esta realidad está asociada a la creencia que tienen algunos conductores que se perciben como “malos al volante irremediablemente”. No poder practicar y el desconocimiento del propio vehículo parecen encender la mecha del terror.

Escenarios propicios: el temor de los conductores parece verse magnificado por los trayectos y horarios elegidos. Una ruta desconocida parece venir de la mano de incertidumbre y riesgo. Algo similar ocurre con la seguridad de manejar en ciertos horarios, hay quienes gustan de conducir de noche por la disminución del tráfico, mientras que otros lo hacen solo por obligación.

Distancia y velocidad: relacionado con el punto anterior las distancias afectan a quienes sienten temor toda vez que les resulta una suerte de examen que “pareciera no tener fin”. Con una lógica similar la velocidad con la que se debe llegar a un determinado lugar ejerce una presión casi insoportable para las personas que están inseguras al volante.

Riesgos reales e imaginados: es común que la gente que teme conducir se preocupe por escenarios posibles y que estos desencadenen otros “tremendos”. Por ejemplo, al conducir se puede pinchar una rueda, pero además de lo que esto conlleve la posibilidad de un robo a mano armada o un accidente vial.

La mirada de los demás: hay conductores que no manejan mal, pero que les causa temor el qué dirán y la mirada de las demás personas. Tanto es así que el hecho de estacionar puede resultar una tarea imposible en determinados lugares si son muy concurridos o incluso si la mirada no proviene desde afuera del vehículo sino de algún acompañante que influye, real o imaginariamente, de manera negativa.

Muchos son los motivos que pueden favorecer el temor en las personas, lo cierto es que hay que liberarse de los prejuicios y los preconceptos para poder asumir que esta situación no es buena, no es sana y que puede hacer de cada conductor una “bomba de tiempo”.

Siempre se puede mejorar

Para poder solucionar el temor que causa conducir un vehículo lo primero es reconocer el problema y, con ello, buscar la ayuda correspondiente.

Uno de los factores a tratar es el aspecto psicológico/emocional de quienes deben superar este trauma. Es importante tener en cuenta que la búsqueda de profesionales de la salud no es un hecho que deba avergonzar, ya que nadie elige sentir temor de manera consciente. Así mismo reconocer que la solución está en manos de profesionales quita la responsabilidad al entorno más cercano que no siempre está en condiciones para afrontar estos desafíos.

Atención, no todas las personas que presentan temor a manejar van a encontrar la solución en un psicólogo. A veces la terapia es mucho más práctica y rápida de lo que se cree. En estos casos recurrir a una escuela de manejo es una buena decisión, por caso si se desean pulir detalles como frenado, estacionamiento o animarse a desaprender para volver a aprender.

Resulta interesante que las escuelas de manejo, en líneas generales, dan cursos que sirven para afianzar los conocimientos de aspectos claves que suelen transmitirse de generación en generación con ciertos errores de base. Por caso, hay personas que temen manejar en días de lluvia o en terrenos marcadamente irregulares, reconocer cuál es el origen del temor es la clave para entender dónde está la solución.

En Compreseguros.com esperamos ser su sitio web de confianza para conocer y contratar seguros, pero además queremos ser ese aliado que lo invite a reflexionar la importancia de hablar para conducir más seguro.