El Rastrojero un emblema cordobés

Los automóviles y utilitarios que se conectan con lo emocional permanecen en el recuerdo de quienes los utilizaron con mayor fuerza que cualquier otro. En la provincia de Córdoba, Argentina, el Rastrojero ha sido sin dudas uno de esos vehículos que sabe ganarse el corazón de quienes lo manejan y también de quienes lo fabrican.
hace 3 años
El Rastrojero un emblema cordobés

Este utilitario o camioncito, como otros prefieren llamarlo, fue construido desde el año 1952 hasta 1979 por diferentes fábricas automotrices del Estado, aunque su nacimiento se desarrolló en la IAME es decir: Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado. Del significado que esta planta tuvo para Córdoba y Argentina hablamos en ¿Cómo llega la IKA a Córdoba?

Dentro del plan de país que se pensaba como salida a la crisis de posguerras, el desarrollo de la industria y la tecnología era un eje fundamental y con esa visión se pensaba conquistar el mercado de utilitarios con un vehículo que sirviera a los pequeños productores para hacer frente a las distintas tareas que el trabajo rural precisaba.

El reto era grande porque se necesitaba un vehículo apto para el trajín de la labor rural a un costo conveniente, con muy buenas prestaciones y que pudiera construirse en el país. El desarrollo de carreras técnicas con formaciones en ingeniería y diseño mecánico se encontraban en auge y Córdoba era el centro fabril al que todo estudiante deseaba llegar para hacer sus prácticas.

El padre del diseño: Raúl Gómez

Cuando buscamos a quien le dio origen al Rastrojero nos encontramos de forma unánime con el nombre de Raúl Gómez, pero en cada entrevista que brindó siempre rescató al trabajo en equipo como el que hizo posible el nacimiento del Camioncito.

Contrariamente a lo que se pudiera creer, Don Raúl no se sentó a la mesa a dibujar posibles Rastrojeros, ya que le dieron la tarea de crear un utilitario a partir de piezas que ya se encontraban en la fábrica y debían aprovecharse. Principalmente, se debía diseñar basándose en lo que más se pudiera reutilizar del tractor Empire del cual contaban con 2500 unidades. Gómez recuerda ese momento con cierto humor: “A pesar de mi poca antigüedad y falta de experiencia, o tal vez por eso, acepté”.

El padre del Rastrojero recuerda los 3 meses de construcción del prototipo como un tiempo de extenuante trabajo, en el que incluso bajó 7 kilos por comer y dormir mal. Sobre la línea del diseño, Raúl Gómez explica: "La línea del vehículo en lo que se refiere a la parte delantera, con los guardabarros característicos, la diseñé teniendo en cuenta que sería un vehículo para el campo, y esa era la línea lo más parecida posible a la que usaban en esa época los automóviles de carrera en ruta, como la más adecuada para no juntar demasiado barro".

Bautismo de un icono

Darle nombre a una creación es una tarea difícil para algunos y satisfactoria para otros, para el creador del Rastrojero fue una cuestión de lógica, en cuanto a la utilidad del vehículo. Así fue como durante una visita del ministro de industria Juan Ignacio San Martín, el joven Gómez explico el porqué del nombre.

La denominación proviene de las posibilidades del camioncito para realizar tareas rurales por caminos que con seguridad tendrían restos de poda, hojas y residuos de cosechas de soja, maíz y sorgo, estos excedentes son conocidos como rastrojos y son los que le dieron nombre a la creación de Raúl Gómez.

Todo el proyecto tenía como finalidad aportar un vehículo eficiente y económico para el productor menos favorecido de la agricultura argentina. El aprovechamiento de piezas preexistentes fue esencial, pero el trabajo y esfuerzos del equipo de construcción fueron los verdaderamente determinantes a la hora de lograr el vehículo.

En una primera etapa de producción los Rastrojeros tuvieron motores a nafta provenientes de la empresa norteamericana Willys Overland, pero con el tiempo se logró equipar al Rastrojero con propulsores diesel, de la firma alemana Borward.

¿Qué relación tiene un auto con la política?

En el libro Autonomía Tecnológica y Desarrollo Nacional, Historia del Diseño y Producción del Rastrojero y la Moto Puma, Facundo Picabea, y Hernán Eduardo Thomas realizan un pormenorizado análisis de las decisiones políticas y económicas en torno al desarrollo de la tecnología y la industria en los años posteriores a 1950.

Este libro, publicado en el año 2015, se ha convertido en referencial para muchas tesis y trabajos que analizan tanto la historia como la economía política de una época clave en el desarrollo del país.

Así es como podemos llegar a comprender que el lema “Un camión para todos los caminos de la patria” va más allá de un mero eslogan de ventas y que lo que buscaba, además, era el apoyo a un plan estratégico a nivel económico, político y social.

Vuelve el mítico utilitario

Existe el proyecto de realizar una nueva versión del emblemático Rastrojero en conjunto con automotrices de nuestro país y el vecino Brasil. La intención es realizar una nueva versión del Rastrojero, tan moderna que incluye un motor eléctrico.

La cita está fijada para el 2025, momento en que el primer ejemplar saldría de la línea de montaje, se trata de un proyecto ambicioso como el original, ya que viene a dar respuesta a un nicho que todavía se encuentra por explorar y es el de las pick up que enfrentan la rudeza del trabajo de campo, pero dejando de lado la combustión a nafta o diesel.

La firma argentina Amperion Motors es la que ideó este regreso y, para ello, se unirá a la Industria Brasileira de Vehículos Eléctricos (IBRAVE), con sede en Goiás constituida especialmente para el proyecto. Según IBRAVE, se busca que el Rastrojero mantenga el concepto robusto de la pick up argentina, pero contando con la inclusión de las últimas tecnologías disponibles de hoy, que incluye: motorización eléctrica de 60 Kw permitiendo alcanzar una velocidad máxima de 100 km/h y baterías de iones de litio con autonomía para recorrer hasta 300 kilómetros con una carga completa.

Un delito con sorpresa

Las historias personales son muchas a bordo de un Rastrojero, pero la que deseo contarles no implica ningún movimiento, aunque si al emblemático vehículo. Mi abuelo vivía en un barrio de Córdoba de clase obrera. Con el tiempo en la periferia se instalaron familias que gustaban hacer uso de capitales ajenos y todos insistían en que debía mudarse.

Mi abuelo, que toda su juventud fue trabajador golondrina, había decidido hacía tiempo que no se mudaría de esa casa. Además, siempre tuvo un carisma especial y mantenía a raya a todos los que deseaban molestarlo y todos lo saludaban con mucho respeto.

Un día, mi tío lo visitó en su Rastrojero al que tenía muy descuidado y debió dejarlo estacionado en la vereda porque no le arrancó cuando quiso volver a su casa. Un ladrón ocasional deseó esa noche llevarse el camioncito, por supuesto, sin éxito. La mejor parte fue que le dejaron una nota en el volante del auto con la leyenda: “Echale nafta a la máquina, Rata”. A partir de ese día mi tío comenzó a cuidar más al Rastrojero, no sabemos si fue por el temor de haberlo perdido o por su orgullo herido.